dimarts, 1 de juliol del 2008

Principio de incertidumbre

Primero te vi y me viste.
Luego no nos hablamos y después seguimos sin hablarnos.
Al cabo de un tiempo te volví a ver y nos encontramos.
Nos volvimos a distanciar; lo fui olvidando.
Durante mi calor nos fuimos alimentando de palabras,
cayeron las hojas marrones del ocaso
y seguimos sin vernos, todo hablado, todo entredicho, nada claro.
Me seguí desilusionando.
Preparaste la partida de casa, yo preparaba tu cuarto:
lo limpiaba con delicadeza, con sumo cuidado.
Me fuiste a buscar a la universidad ... ¡qué espectáculo!
Adornaste mis orejas con mar, en un mirador mis ojos de llanto, sonrisas, esperanzas ...
y luego el despacho, donde parten amantes que se despiden cansados.
Seguía anhelando tu sonrisa, tus ojos castaños,
ver tu pelo de nuevo, sentirte entre mis brazos.
Los segundos pasaron a minutos,
los minutos a horas,
las horas a días,
los días a meses
y aún te seguía extrañando.
Cansada llegué al aeropuerto, de maletas el lomo cargado.
No hubo brazos ni besos apasionados, el mismo encuentro infantil de antaño.
A mitad de año en un restaurante, de punta en blanco, nariz roja ... feliz a tu lado.
Me tuve que ir, volví a mi casa añorando.
Dejamos de vernos todos los días,
los días dejaron paso al descanso
y del descanso al olvido hay un paso.
Me fui siendo certera y me convertí en pasado, idea, algo extraño.
Esa luz etérea que si no se mira, se pasa de largo.
Mis días moribundos, mis noches ahogadas de llanto.
Pasaron los días y los ojos me quedaron cansados.
Llamaste a mi puerta y la hiciste añicos de un tajo.
Quedó el Ebro escondido entre las fotos que no he reclamado.
No sé de tus luces, no sé de tus sombras.
¿Te volveré a ver, hombre de parentesco extraño?